¿Qué estilo de paternidad usas?

Ser padre es algo maravilloso, una experiencia que supera a cualquier otra, nuestros pequeños nos llenan de satisfacción y nos hacen sentir afortunados, pero seamos sinceros, a veces sentimos que caminamos en un terreno escabroso y oscuro por el que nos encontramos opiniones que nos dicen lo que debemos hacer, juzgan nuestras decisiones y nos hacen sentir malos padres, aunque también están aquellos que tienen consejos acertados y correctos, a veces no logramos diferenciar cual son los que debemos seguir. Disponemos de tanta información en las redes sociales y en internet que te hablan del chanclazo como medio para solucionar un berrinche y ahorrarle el psicólogo a tu hijo, o posturas que están completamente en contra de los castigos físicos y recomiendan una crianza respetuosa, basada en el dialogo y el amor. Y bueno, también hay muchos que dicen “pues a mí me daban mis chanclazos y sobreviví, además me considero buena persona”, o que dan su opinión acerca de si tu hijo está muy sobreprotegido, si deberías darle más libertades o imponerle más disciplina. Pero yo creo que la realidad de la paternidad es mucho más compleja de dar un chanclazo o no, es por eso que el día de hoy quiero hablarles acerca de los estilos de paternidad, un tema que ha sido investigado científicamente y cuyos hallazgos podrían ayudarnos a ponerle algunos señalamientos a este tenebroso camino.

Primero que nada es muy importante comprender una cosa muy cierta, el tipo de educación y el ambiente familiar en el que crecen nuestros hijos influye muchísimo en su desarrollo social y emocional, así como en la forma en la que se enfrentan al mundo y la manera en que se comportan, ya que el ser humano aprende en base a lo que observa y las consecuencias de que cierta respuesta genere en los demás y en sí mismo, lo que en psicología conocemos como aprendizaje vicario y modelamiento. Por ejemplo, cuando el niño en el súper se tira al piso porque quiere un dulce, si en el pasado lo hizo y funcionó, es probable que lo consiga en la siguiente ocasión.

Diana Baumrind es una psicóloga que entre los años 60s y 70s realizó una investigación que en la actualidad continúa siendo usada como base para muchas otras investigaciones acerca del funcionamiento de la familia. En este estudio concluyó en la existencia de cuatro estilos de parentalidad que considera dos elementos importantísimos en la interacción con los hijos: el nivel de control y el nivel de afecto. Estos estilos son: el autoritario, el democrático, el permisivo y el negligente y se los voy a describir a continuación.

Autoritario. Los padres piden obediencia sin objeciones y mantienen un nivel de control de las actividades muy alto, pero no escuchan las opiniones de los niños y tampoco explican por qué deben seguir las normas o reglas elegidas. Se usa el típico “porque yo lo digo” y existen castigos físicos o retiros de afecto, como dejarles de hablar o rechazan un abrazo. Además, no es común que den muestras de afecto, cariño o amor y hay muy poca comunicación.

Democrático. Este estilo se caracteriza a padres que ejercen un buen nivel de control, es decir, dan indicaciones claras y comprueban que se realicen, pero son más flexibles ya que escuchan las opiniones de sus hijos y les permiten participar en decisiones familiares. Son cariñosos y afectivos, se preocupan por las emociones del niño y procuran un equilibrio entre la obediencia y el amor.

Permisivo. El nivel de control en este estilo es muy reducido, en ocasiones el niño tiene mayor control de las situaciones y el padre muchas veces no sabe cómo actuar por lo que termina cediendo a sus deseos, son poco exigentes, no supervisan las actividades y no se controlan con firmeza los comportamientos negativos como los berrinches. Eso sí, el nivel de afecto es muy alto, se les permite expresar sus emociones con mucha libertad y algunas veces anteponen las opiniones del niño a las suyas en la toma de decisiones familiares.

Negligente. No existe control ni supervisión y tampoco afectividad, este es un estilo de crianza que caracteriza a padres ausentes que no se involucran en la educación de sus hijos y cuyas prioridades son los problemas propios.

Derivado de esto, recientes investigaciones han analizado la influencia de estos estilos de paternidad y las consecuencias que tienen en el desarrollo emocional y social del niño:

  • El estilo autoritario está relacionado con niños con baja autoestima y confianza en sí mismos, son poco autónomos y creativos, con dificultades para socializar con los demás niños, muestran agresividad, impulsividad y evitan los castigos.
  • El estilo democrático se relaciona con niños independientes, con una autoestima más alta, motivados, seguros de sí mismos, emocionados por las nuevas actividades y los cambios, sociables, participativos y capaces de controlar positivamente sus emociones, así como manejar la crítica de los demás niños.
  • El estilo permisivo ha demostrado una baja autoestima en los niños, inseguridad, poco control de sus emociones, desconfianza, poca sociabilidad, dependencia de sus padres y dificultad para respetar las normas
  • El estilo negligente es el que afecta en mayor medida a los niños, ya que muestran agresividad, poca motivación y esfuerzo por alcanzar logros, su madurez es menor a la de su edad y tiene dificultades para relacionarse con los demás.

¿Así que el secreto es mantener los niveles de control y afecto equilibrados?

De alguna manera es correcto, pero también es importante considerar que no todo el tiempo somos autoritarios, democráticos, permisivos o negligentes, también se ha encontrado que muchos padres utilizamos un estilo de crianza en determinadas situaciones. Y bueno, es probable que este pequeño secreto mejore nuestra relación familiar, pero esto implica muchos aspectos que tal vez no dominamos muy bien. Tal vez existimos padres que por más que intentamos no podemos escuchar a nuestros hijos, o nos cuesta muchísimos darles un abrazo y decirles que los queremos o más difícil aún, no sabemos aceptar un error o admitir que nos equivocamos. En Psicodescubrir comprendemos todo esto y estamos dispuestos a ofrecerte el apoyo psicológico que requieras para mejorar la relación con tus hijos, porque hay habilidades que tal vez queremos desarrollar o mejorarlas y está bien, eso es bueno, es de humanos equivocarse, pero es mejor aceptarlo y decidir cambiar, pero si es por nuestros hijos, por esas personitas maravillosas que ponen nuestro mundo de cabeza, vale toda la pena del mundo intentarlo.

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REFERENCIAS:

Alonso, J. & Román, J. (2005). Prácticas educativas familiares y autoestima. Psicothema, 17(1), 76-82. Recuperado de: http://www.psicothema.com/pdf/3067.pdf

Henao, G. & García, M. (2009). Interacción familiar y desarrollo emocional en niños y niñas. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 7(2), 785-802. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/773/77315614009.pdf

Marí-Klose, P., Marí-Klose, M., Vaquera, E. & Argeseanu, S. (2010) Infancia y futuro, nuevas realidades, nuevos retos. Colección de estudios sociales, (30). Recuperado de: http://estaticos.elmundo.es/documentos/2010/11/25/infancia.pd

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