Alguna vez te has preguntado como papá o mamá si lo que estas haciendo con tus hijos ¿esta bien?, o quizás sentir que te falta o te sobra autoridad, incluso durante el embarazo prometerte a ti mismo (a) que no seguirás los patrones de crianza con los que te formaron, repetirte una y mil veces que todo lo que haces es por su bien y al finalizar el día sentir culpa e inseguridad por lo que pasa en la relación que tienes con tu hijo (a). Primero déjame decirte que eres una madre y un padre normal, te invito a leer la siguiente reflexión en donde para mi es importante que sepas que la crianza y educación se pueden llevar amorosamente.
Al escuchar la palabra límite podemos recurrir de forma inmediata a sus diversas interpretaciones como por ejemplo: ponerle fin a algo, separación, división entre lo bueno y lo malo, un acción preventiva, creencias limitantes. Cuando hablamos de límites en la educación es enseñar a nuestros hijos que su evolución como el desarrollo social en el que se adentran, implica un crecimiento que se acompaña de conceptos como normas, reglas, disciplina que marcan una concepción de lo adecuado y de consecuencias a determinadas conductas.
La crianza con apego nos dice la importancia en el vínculo y atención hijo-padre/madre adentrarnos en este tipo de crianza maravilloso y desafiante socialmente nos lleva a ver a los límites como algo castigador, el objetivo de este texto es rescatar de forma amorosa la palabra límite y darnos cuenta que su propósito es en la formación y que parte de un concepto de respeto, donde lo que se busca regular son conductas NO las emociones.
Para establecer límites con amor y con respeto es esencial identificar las emociones tanto del pequeño como del adulto, identificar nuestro estado de ánimo como padres y entablar una comunicación con nuestros hijos y saber qué es lo que ellos sienten y el porqué de sus conductas, como adultos deducimos que algo está mal, pero un niño hace a través de lo que siente. Pensamos frecuentemente que los límites deben ponérsele al otro pero es importante saber que los límites empiezan en nuestra persona y de ahí enseñarle a nuestros hijos en el reflejo, un niño que ve que su padre o madre a pesar de estar enojado se da el tiempo y la oportunidad de tranquilizarse y hablar, entiende que existe la misma oportunidad para él.
• Los límites empáticos: un niño que se siente escuchado y comprendido está dispuesto a contemplar alternativas.
• Límites claros: nuestros hijos tienen el derecho a saber que algo no es permitido o no es correcto y en esto también son participes sus opiniones.
• Límites acordes: cuando hablamos de normas, reglas o conductas adecuadas debemos a apegarnos a la edad y la comprensión de la misma.
• Límites asertivos: la comunicación debe sustentarse por el respeto en lo que decimos y la disposición de la escucha y el entendimiento. “Estar enojado y gritar sin duda no sacaran lo mejor de uno, y tiene un efecto contrario a lo positivo que exiges o demandas”
Un límite debe ser reflexionado, generalmente estarán relacionados a temas de salud, seguridad y respeto a los demás, pero tengamos en cuenta que un niño como parte de su crecimiento y desarrollo de su persona necesita vivenciar, ser creativos, tener autoconfianza y sobretodo poder equivocarse, no permitirles esto generara barreras en las creencias lo que en adultos se convierten en inseguridades, límites positivos significa conocerme, desarrollar mis creencias, a partir de mi formación y mi vivencia, saber lo que permitiré en vida y lo que no, basándose en el respeto.
Agradezco que me leas, esperando esta información te sea útil; anteriormente escribí sobre Síndrome de Burnout del cual he recibido comentarios e inquietudes por lo que próximamente realizare un nuevo escrito con tips en el manejo del síndrome de burnout.
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